Isterofimia

ISTEROFIMIA

La exposición «ISTEROFIMIA», comisariada por 999Gallery
Lo que ves son personas ausentes.
A la derecha hay un agujero, a la izquierda los ausentes.
En la antesala estás tú y en el baño está el artista.
Si sales, desapareces.
Se trata de una instalación, no de una exposición de obras. Es sobre esta infraestructura de pensamiento que Borondo ha decidido utilizar sus arañazos para empujarnos a las profundidades de sus reflexiones. Rascar la superficie para hacer aparecer los sujetos, esta sustracción que se ve, es la protagonista del proceso creativo que permite que las ideas se conviertan en materia. Este modo invertido es el camino que Borondo toma para perturbar nuestras creencias, tanto sobre la vida como sobre el arte.
Isterofimia es un término griego, en italiano lo traducimos: fama póstuma. Los franceses lo traducen: inmortalidad. Querer ser recordado es una ambición humana, forma parte de nosotros, está en nuestra naturaleza alimentar la esperanza de dejar huella, pero estos retratos que ven son de quienes no buscaron la fama, son de quienes huyeron de ella con una elección real, concreta y circunstancial: hoy desaparezco. Estos sujetos desaparecidos, estas almas que se desvanecen en las profundidades de la historia, puedes encontrarlos atrapados entre la vida y la muerte.
Recordando y desapareciendo para huir del presente. Viviendo ambiguamente entre la necesidad de recordar y el deseo constante de no tener pasado, de escapar del tiempo…

Es la atracción fatal por los desaparecidos, todos los desaparecidos, con el peso de su ausencia en lo que el autor se apoya para razonar y hacernos razonar sobre la necesidad de testimoniar la condición humana. Palabras como ausencia, desaparición, inmortalidad, carencia y memoria resuenan en los espacios sobre los que se abre la obra de Borondo. Todo nos hace pensar que para existir hay que tener un testigo, hay que ser mirado; es el retrato el que siempre ha conseguido el objetivo de proyectar al individuo más allá de la efímera existencia en el tiempo.
Pienso en los desaparecidos y siento una especie de envidia latente por su difícil situación, porque a menudo quiero desaparecer. Al mismo tiempo quiero recordarlos para exorcizar la conciencia de tener que desaparecer.
Todo este trabajo es un homenaje a los que han escapado de la vida, han huido por azar o por voluntad. Al igual que los grandes se hacían retratar, Borondo consigna a los desaparecidos a la posteridad, inmortalizándolos en un recuerdo imperecedero y poniendo de relieve su condición: una condición de ausencia incompleta, enrarecida. A diferencia de los muertos, también dejan un misterio insondable. Fascinado por su condición etérea, una presencia/no presencia, el pintor hace aparecer a los desaparecidos.
Borondo vive en la tensión constante entre querer desaparecer y tener que estar.

Desaparecer, alzarse solitario frente a la necesidad de histerofimia que impregna el mundo contemporáneo, víctima de un deseo constante de aparecer, lubricado por las redes sociales. Estar ahí, como condición indispensable para la condición de artista, protagonista en la misma sociedad que quiere escapar.
Lo que se ve son personas desaparecidas.
A la derecha hay un hueco, a la izquierda los ausentes.
En la antesala estás tú y en el baño está el artista.
Si sales, desapareces.
Simone Pallotta y Borondo.